01 -
Trocea la berenjena en cubos pequeños. Si quieres, corta algunas tiras finas para decorar después. Pon los cubos de berenjena en un colador con un plato debajo. Echa suficiente sal y mezcla bien. Déjalo reposar 15-20 minutos para que suelten agua. Luego, seca los cubos con papel de cocina para quitar el exceso de agua y sal.
02 -
En lo que la berenjena reposa, pon una cucharada de aceite de oliva en una olla o sartén junto con los dientes de ajo. Cuando el ajo esté ligeramente dorado, agrega los tomates y aplástalos con una cuchara de madera. Añade sal al gusto, rompe las hojas de albahaca con las manos y deja que hierva a fuego bajo-medio con la tapa puesta durante 20 minutos.
03 -
Calienta un poco de aceite en una sartén grande. Fríe los cubos de berenjena en tandas, dándoles vuelta para que queden dorados por todos lados. Sácalos y colócalos sobre papel de cocina para absorber el exceso de grasa. Repite el proceso con el resto de la berenjena.
04 -
Apaga el fuego y usa una batidora de mano o una licuadora tradicional para triturar la salsa hasta que quede suave.
05 -
Agrega la mitad de las berenjenas fritas a la salsa. Revuelve bien y deja cocinar a fuego bajo-medio con la tapa puesta por 10 minutos.
06 -
Mientras la salsa se cocina, hierve la pasta en una olla grande de agua con bastante sal. Cocina hasta que esté casi lista (aproximadamente 2 minutos menos del tiempo indicado en el paquete para al dente). Guarda un poco del agua de cocción antes de escurrir.
07 -
Pon la pasta cocida parcialmente en la sartén con la salsa. Añade un poco del agua de cocción que guardaste y las berenjenas sobrantes (reserva unas pocas para decorar). Cocina todo junto durante 2 minutos, hasta que la pasta absorba la salsa y quede al dente.
08 -
Sirve la pasta en platos hondos. Decora con las tiras de berenjena que apartaste y esparce un poco de queso manchego rallado por encima.