
Estas albóndigas de pollo con toque mediterráneo convierten carne molida común en bocados jugosos llenos de sabor. El aroma que sueltan mientras se cocinan me transporta de inmediato a esas tardes soleadas frente al mar en Grecia. Después de muchos intentos, descubrí que al mezclar tomates secos, feta y hierbas frescas salen mucho mejor de lo que imaginas.
Probé esta idea buscando algo más fresco que las albóndigas clásicas y ahora en casa no queremos otras. Hace poco las ofrecí en una cena y nadie creía que solo llevaban pollo.
Ingredientes Clave
- Pollo molido: Mejor que tenga algo de grasa para que queden jugosas
- Tomates secos: Dan un sabor intenso y único
- Ajo fresco: Haz el esfuerzo y usa natural, marca toda la diferencia
- Queso feta: Aporta ese toque salado y mantiene la humedad de las albóndigas
- Perejil picado: Da frescura y sabor auténtico
- Pan rallado estilo japonés (panko): Textura ligera, nada pesado

Pasos Detallados
Haz la mezcla primero: Junta todo usando solo las manos, nada de aplastar mucho. Deja reposar unos minutos para que se mezclen los sabores y procura que los ingredientes estén fríos.
Dales forma con mimo: Usar una cuchara hace que sean del mismo tamaño. Forma bolitas suavemente, no las aprietes fuerte. Ponlas en la bandeja dejando hueco entre ellas.
Hornea como un pro: Calienta el horno a 200°C, pon papel manteca en la bandeja y distribúyelas bien. Da una vuelta a la bandeja a mitad de tiempo.
Sabrás que están listas: Busca ese dorado claro, el interior tiene que llegar a 74°C y no debe verse nada rosado por dentro. Espera unos minutos antes de comerlas.
Cómo acompañarlas: Sírvelas sobre arroz integral caliente, báñalas con tzatziki casero, echa extra de feta y perejil fresco encima. Unos gajos de limón al lado quedan de lujo.
En mi casa han rescatado más de una comida caótica. Perfectas tanto para el día a día como para invitar. A veces preparo el doble y guardo la mitad congelada para apuros.
El truco de que no se pongan duras está en no manosear demasiado la carne. Mi abuela lo hacía así y sus albóndigas siempre eran las más suaves. Todo tiene sentido cuando la pruebas.
Un día caluroso las puse en la mesa con mitades de limón a la parrilla, el jugo tibio era como una salsa improvisada que volvió loco a todos. Ahora ya es una costumbre en mi familia.

No solo resuelven la cena, también hacen que comer sano no sea aburrido. Ya sea que prepares para la semana o busques impresionar amigos, estas albóndigas demuestran que lo saludable puede saber increíble.
La clave es cocinar algo que de verdad te emocione comer. Cambia hierbas o especias según lo que tengas a mano, yo misma a veces uso más ajo o la hierba fresca que esté creciendo fuera. Eso es lo bonito de cocinar en casa: todo va contigo.
Preguntas Frecuentes
- → ¿Puedo usar pavo molido en su lugar?
- Claro, el pavo molido funciona perfectamente como alternativa al pollo.
- → ¿Puedo prepararlas con anticipación?
- Sí, forma las albóndigas y guárdalas en el refrigerador hasta por 24 horas o congélalas hasta por 3 meses.
- → ¿Qué salsa combina mejor con ellas?
- La salsa tzatziki es excelente, también puedes probar con hummus o tahini.
- → ¿Puedo hacerlas sin gluten?
- Por supuesto, reemplaza el pan rallado tradicional con uno libre de gluten.
- → ¿Cómo saber si están listas?
- Las albóndigas deben estar doradas y alcanzar una temperatura interna de 165°F.